La Historia, El Cine y Los Scouts.

Este es un artículo de Arturo Reyes Fragoso en la web de milenio que relata de alguna forma la relación de como en las películas tiene que ver los scouts o su historia con el título Los scouts en el cine (y algunas películas de interés esculta).

Como a muchos (¿como a todos?), me gusta el cine, lo cual ha permitido, a lo largo de los años, detectar películas donde la aparición de un referente scout, a veces meramente tangencial, me hace brincar en la butaca de emoción.Este listado, como todos, resulta incompleto, arbitrario y ocioso. Incluyo algunas películas que, en apariencia, no tienen nada que ver con el tema, pero rebotan durísimo en nuestra sensibilidad esculta. Se vale ir por palomitas.

Indiana Jones y la última cruzada (1989): recién se anunció el rodaje de la cuarta entrega del intrépido arqueólogo interpretado por Harrison Ford, bajo la dirección de Steven Spielberg. Esto permitirá, otra vez, ponernos sombrero y agarrar el mecate del tendedero para soltar latigazos, emulando las hazañas de uno de los héroes más representativos de las películas de aventuras.Las escenas iniciales de esta película donde el protagonista irá a la búsqueda del santo grial, nos muestran a un joven Indy uniformado de pañoleta y camisola, viviendo una inicial aventura en las cavernas del desierto de Utha, donde se enfrenta a unos contrabandistas por la posesión de una cruz de oro española. ¿Qué Indiana Jones se volvió un picudo por estar en los scouts? Hombre, no nos sorprende.


El libro de la selva (1967): aclaremos algo, la película de Disney poco tiene que ver con la obra original de Rudyard Kipling, lo cual no es impedimento para ser una maravilla (tengo una versión en reggae de “La canción de Baloo”, interpretada por el grupo Rastrillos, simplemente sensacional).Pero esta cinta sobre las aventuras de Mowgli no es la única existente: en los años cuarenta se filmó una primera adapta-ción con actores y animales reales, en blanco y negro; en 1994, Stephen Sommers —el mismo de los taquillazos de La momia— dirigió una nueva versión de The Jungle Book, con Jason Scott Lee en el papel protagónico, misma que tres años después tuvo una insulsa secuela en DVD. La versión animada de Disney también tuvo su supuesta continuación en 2003, franca-mente chafísima.
El enemigo (1993): dos cosas destacan de esta película de Michael Caton Jones: un jovencísimo Leonardo DiCaprio viéndoselas negras como hijastro de Robert DeNiro, en un pueblo bicicletero de Estados Unidos, y el que ambos aparezcan uniformados de scouts, en una escena donde el futuro galán de Titanic muestra su cara de fastidio al ser abrazado por el mítico protagonista de Taxi Driver y Toro Salvaje.
Kinsey, el científico del sexo (2004): entre sus actuaciones como maestro jedi en Star Wars y villano en Batman inicia, Liam Nelson protagonizó esta película de Bill Condon, interpretando a Alfred C. Kinsey, el científico estadounidense que revoluciona-ría la visión de la sexualidad humana con sus investigaciones dadas a conocer hace poco más de medio siglo.Es al inicio de esta película, podemos ver una escena donde aparece el futuro autor del Informe Kinsey como integrante de los Boy Scouts of America, donde también se hace patente que las pulsiones nos acechan en todo momento, con todo y uniforme.
Las trillizas de Belleville (2003): no se requiere de ninguna justificación para disfrutar esta maravillosa película animada de Silvayn Chomet, que relata una estrambótica historia sobre un ciclista del Tour de Francia secuestrado por unos mafiosos de antología, a cuyo rescate acude su abuela auxiliada por un trío de ancianas, antaño estrellas de vodevil.Su inclusión en esta lista se debe al gag que contiene sobre la clásica imagen del servicial scout que ayuda a las ancianitas a cruzar la calle. Para orinarse de risa.
La fuga (1993): “¡Hola!, soy scout y estoy vendiendo cocaína para poder ir al Jamboree”, bromea un soplón de la policía, al momento de probar el micrófono oculto con el que se infiltrará a una reunión de traficantes. Disparatados diálogos como el anterior menudean en una de las mejores películas de Tony Scott, en la que mucho tiene que ver Quentin Tarantino, responsable del guión.No es el único guiño esculta hecho por este prolífico director: en Juego de espías (2001), Brad Pitt interpreta a un matón de la CIA, cuyas dotes como francotirador descubrió en los scouts gringos, donde obtuvo la especialidad de tiro. Y qué decir de El último boy scout (1991), mote con que Bruce Willis interpreta a un alcohólico ex agente de gobierno que aniquila a todos los villanos de la película.


Excalibur (1981): durante los años ochenta, no hubo clan que no viera la versión de John Boorman sobre la leyenda del Rey Arturo, sacudida de la ñoña visión manejada por Disney en La espada en la piedra. Perfidias, sangrientas batallas a espadazos y candentes escenas de alcoba, con todo y armadura puesta, deleitaron a los rovers —y primeras precursoras— de entonces, al grandilocuente ritmo del Carmina Burana, cuyas operísticas notas luego se emplearían hasta para comerciales de automóviles.Los actuales claneros pueden alucinarse con Cruzada, de Ridley Scott (2005): la historia del sitio de Jerusalén es huérfana de progenitora, y resulta imposible evitar que se enchine la piel con las escenas de las investiduras caballerescas.

Chabelo y Pepito contra los monstruos (1973): lamento informarles que esta película mexicana dirigida por José Estrada, es la más representativa del listado que nos ocupa, pletórica de acción y terror (es un decir). Frankenstein, Drácula, la momia, el hombre lobo, el monstruo de la laguna negra, robots que se caen al primer golpe, un malvado científico pelón con monóculo, y ¡una tropa de scouts con Chabelo y Pepito (Martín Ramos) como héroes! (¡Sacapuntas!)Los créditos señalan la participación del grupo 57 de la Asociación —muero por conocer a alguno de sus integrantes—, y aparece Silvia Pasquel, enfundada en unos shorcitos (no ofi-ciales) que permiten apreciar que-no-le-dolía-nada. La película se consigue sin problemas en DVD y reconozco haber experimentado un placer culposo al verla. Al menos, ya sabemos porqué nos dicen chabelos.
¿Pañoleta corta?Ya que hablamos de cine y scouts, al extenso listado de personalidades que, en algún momento de su vida, portaron el uniforme, debe sumarse el nombre de Ron Jeremy, famoso y prolífico actor de… mmmh, ¿cómo decirlo de forma elegante?… un popular género cinematográfico que suele trasmitirse por canales de paga. La forma como me enteré fue por demás fortuita, luego de escribir la palabra scout en el buscador de portal de Milenio: entre los resultados arrojados, se encuentra una (divertidísima) entrevista de Verónica Maza con este personaje, quien visitó México el pasado mes de febrero. El actor relata cómo a los 15 años, durante un campamento scout, descubrió su “dote actoral”, al agacharse y encontrárselo de golpe casi frente a sus narices, lo que lo llevó a preguntarle a su padre, en un arranque existencialista, si aquello era “bueno y normal” (¿24 centímetros, según acota la acuciosa entrevistadora? ¡Claro!, normalito).Las cosas que uno encuentra al navegar por internet. Si les digo que es una maravilla. (17/ VIII/ 07)
Libro por entregas:La guerra donde nació el escultismo
La Tribu Blanca (3/ 16)Fueron los navegantes portugueses los primeros europeos en contemplar tierras sudafricanas, en su búsqueda de nuevas rutas comerciales. En 1488, Bartolomé Díaz alcanza el punto donde se unen los océanos Atlántico e Índico, bautizándolo como cabo de las Tormentas —nombre remplazado poco después por el menos siniestro de cabo de Buena Esperanza—, con lo que queda abierta la ruta marítima al continente asiático.
En los siguientes ciento cincuenta años, ningún portugués se anima a vivir a aquella inhóspita tierra barrida por el viento, utilizada sólo como punto de referencia en sus travesías; es hasta el siglo 17 cuando la Compañía Holandesa de las Indias Orientales comisiona a uno de sus empleados, Jan van Riebeeck, a establecer una colonia en El Cabo como base de abas-tecimiento de las embarcaciones que realizaban el largo y penoso recorrido entre Europa y las Indias. Desembarca en el año de 1652 con un centenar de colonos holandeses, incluidos algunos alemanes, a quienes con el paso del tiempo se les empieza a conocer con el nombre de bóers, “campesinos” en idioma flamenco.
Jan van Riebeeck a su llegada a El Cabo. Pintura de Charles Bell.
Aquellas tierras resultan propicias para la agricultura y ga-nadería; además, su clima mediterráneo permite el cultivo de inmensos viñedos, práctica introducida por los hugonotes franceses, quienes arriban poco después, prófugos de los conflictos religiosos que asolan su país. Gracias a ellos, en Sudáfrica se hace un vino buenísimo.
A su llegada, Van Riebeeck encuentra la región habitada por nativos hotentotes y bosquimanos; los primeros, dedicados a la ganadería, son despojados de sus tierras antes de terminar diezmados por una epidemia de viruela a principios del siglo 18, mientras que a los otros se les caza como animales —ofrecían una recompensa por cada bosquimano muerto— hasta confinarlos en los linderos del inhóspito desierto del Kalahari, donde subsisten a la fecha. La necesidad de mano de obra para las granjas que empiezan a florecer tierra adentro lleva a los colonos a adquirir esclavos negros, malgaches y malayos en el mercado de Ciudad del Cabo, o bien a conseguirlos por su cuenta en escaramuzas contra las tribus nativas halladas a su paso.
Así comienza a desarrollarse un pueblo bautizado por el periodista español Alfonso Rojo como la Tribu Blanca, el cual habla una mezcolanza de holandés, alemán y francés, aderezada con elementos tomados del inglés y los idiomas malayos, llamada afrikaans (su propia pronunciación del inglés, gutural y ras-posa, resulta toda una bronca de comprensión, comentaría una de las traductoras que labora en la embajada sudafricana en México), con una total independencia derivada de los seis meses de viaje que los separaban de Europa, y la convicción derivada de su religión calvinista de ser un pueblo elegido por Dios, predestinado a poblar aquella tierra prometida con los negros a su servicio. Amén.

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